lunes, 17 de octubre de 2011

A mi también me gustaba mucho verlo saltar colorido y casi perfecto.


Somos de una blandura insoportable. Consentimos a cada instante que la realidad se nos huya entre los dedos como una agüita cualquiera. La teníamos ahí, casi perfecta, como un arcoiris saltando del pulgar al meñique. Y el trabajo para conseguirla, el tiempo que se necesita, los meritos que hay que hacer... ¿Qué se yo dónde está la verdad? Solamente que me gustaba tanto ese arcoiris como un sapito entre los dedos.

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